Orishas, hoy le canto a las deidades que me cuidan,
a mis piedras, mis collares y estatuillas. A la divina
razón que me lo inspira, a los dioses del panteón de
mis quimeras; y a mis creencias, que nada esperan.
Orishas, pura sangre y corazón de África negra,
Tribus y Ordaz, tradición sagrada y bélica. Cielo y
Gloria, Luz y Sombra, tambores, cuentas. Orishas,
sabia, cuentos y perdón, pasión y letras.
Años cruentos sin color, a palo y velas. Ceremonias,
religión, rastros, leyendas. Mi otra vida se quedó
metida en esta, se mezcló con la ilusión y con la
hiedra, se vistió de vencedor y armó tormentas…
¡Y hoy versos lega!
Orishas, bailes, trajes, situación, remedio y puertas,
aguas, mares, morbo y voz, gritando muerta. Yo no
imploro mi perdón, ni a Dios ni a Altezas, yo soy libre
como el sol en las praderas; y tengo metas precisas…
¡Que es lo que cuenta en la vida!
Sean manilla de reloj, tiempo y esencia. Den su
estrella a quien la quiera aquí en la tierra. Den si
tienen corazón, e inteligencia. Guarden entera
la esperanza y la decencia; y solo inspiren paciencia.
Que todo llega, a la hora buena.
Hoy descarto a la serena flor de la colora frenética,
a sus espinas; y a sus abejas, que liban cera. Al altar
puesto a secar por sus esquemas, a la maldita
maldad y a la ceguera; y al cabildeo de proezas.
¡Y a todo aquel que echa sal y éxitos cela…!
Hoy le canto a las leyendas de cometas, a los
Santos del Panteón de este planeta. A las
banderas; y pañoletas, que todos llevan. Hoy le
canto a viva voz a mis creencias; sin dios siquiera.
Que nada esperan, vivas o muertas; y solo piden
amor, que bien me quieran. Orishas, humo,
tabacos, sermón y reverencias. Pura raza y
corazón de África negra; palo, latigo y sudor.
Hoy le canto a mis collares y a mis estatuas de
piedra; a mis Orishas, que bien me cuidan. A
mis calderos de hierro y a mi esencia; y a mi
paciencia. ¡Pues todo llega; sin magia negra!
A mis Orishas, que son semilla; que aporta vida.
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